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Sobre pianistos y rinocerontas.

Ya está. Me rindo. Juro que, en lo sucesivo, mi escritura será igualitaria, humanitaria y políticamente correcta. Reconozco lo que hay de machista y de fascista en utilizar ese abyecto género no marcado sin relación al sexo que es el genérico masculino, y entono el Mea Culpa. Cómo he podido estar tan ciego, rediós.

Y ya que me he vuelto un hombre de provecho y un ciudadano ejemplar, voy a apuntarme a esa moda tan actual de reivindicar igualdad a través de la lengua española, herramienta obsoleta y sexista, que tiene, además, cierto tufillo franquista.

Artisto. A partir de ahora propongo, ¡no!, exijo, que se utilice la palabra artisto para referirse a todos los artistas masculinos. Y así con tantos otros sustantivos de género común que tan mal suenan hoy en día. Si, por casualidad, me diera por tocar el piano, quiero que se me defina como un excelente pianisto; de la misma forma que yo me referiré a los rinocerontes hembras del Zoo como rinocerontas. Etcétera.

Sepan, amables y amablas lectores y lectoras, que tengo intención de pedir perdón por tantos años de uso discriminatorio y vil de mi lenguaje. Atrás quedan los tiempos en que aún creía que el castellano es un idioma que no posee género neutro más que para los demostrativos, los cuantificadores, el artículo “lo” y algunos pronombres personales. Ya no creo en los Heterónimos, ni en las palabras comunes en cuanto al género como “profesional”, “testigo”, “víctima” o “artista”. En cuanto a la ambigüedad gramatical de palabras como “mar”, o los epicenos como “lechuza” o “personaje”,  para qué voy a contarles. O se les busca una forma para referirse al sexo opuesto que quede chachi, o yo me paso al inglés. Me niego a seguir usando esta parla infame.

Supongo que quedarán satisfechos y satisfechas todos y todas aquellos y aquellas hombres y mujeres, asiduos y asiduas lectores y lectoras de mis continuas faltas de respeto. Pensarán que bromeo, que sólo quiero burlarme, y encuentran en este escrito un tono irónico. Pero yerran. A fe que me siento un hombre reformado, y que he visto la luz de la verdad. Esto no es más que una carta de humilde agradecimiento, arrepentido como estoy, para todas esas personas y personos que han obrado el milagro.

De ahora en adelante dirigiré mis esfuerzos y mi tesón a que todas esas palabras que ya he expuesto, así como tantas otras, sean reconocidas en la próxima gramática de la RAE, y usadas con normalidad por el grueso de la sociedad. Desde este mismo momento soy parte activa de esta generosa lucha que cuenta con tantos y tantas miembros y miembras que lidian desinteresadamente por nuestros derechos, a pesar de tanto facha y tanto reaccionario, y reaccionaria. Y además reclamo, en mi derecho como estoy, que no se me tome por un insigne gilipollas. He dicho.

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